Era una mañana de primavera, fresquita, con el cielo casi amenazando lluvia, aunque después abrió el día. Llevaba desde temprano en "La Ruiza", viendo lotes de vacas, los utreros y, por supuesto, los toros de saca, que andaban distribuidos en dos cercas. La última era grande y llana, así que los animales andaban por allí casi sin necesidad de verse, así que era difícil encontrarlos en grupo. Al fondo se oía un reburdeo profundo, de esos que impresionan y casi acongojan.
A esa zona me condujo el ganadero Tomás Prieto de la Cal. Eran los dominios de "Aguardentero-60", castaño, ojinegro, bocidorado y cinqueño. Sin duda, el dueño del cerrado, que andaba metiendo los pitones con saña en un hoyo terrizo que cada vez se hacía más hondo. Era tremendo ver cómo levantaba la tierra a base de cornadas. Pero más aún, comprobar cómo con sólo una mirada suya, aunque fuera de reojo, sus compañeros de cerca volvían grupas y se marchaban de allí. Y eso que algunos tenían mucho más porte que él, y también más pitones.
Pero "Aguardentero" poseía una seriedad imponente, de las que asustan. Y sus hermanos le respetaban. Era (bueno, todavía es) hijo de "Flor de Jara-43", que fue lidiado de utrero allá por el año 2000 en San Clemente, e indultado en premio a su extraordinario comportamiento. Este castaño, del guarismo 7, es su último macho vivo. Y cuento su historia hoy, porque esta tarde se lidia en Ceret...