Ayer recibí una de esas llamadas que, en un segundo, te cambian los planes del día. Estando como estoy hasta arriba de trabajo pendiente, no entraba en mis pensamientos "perder" una jornada completa yendo al campo. Pero lo de ayer merecía la pena, y mucho. Más aún la mereció después de ver cómo estuvo el torero con una vaca y un par de toros cuajados.
¿El torero?. David Galván. Lo cierto es que sólo él y dos más habrían sido capaces de sacarme de casa y retrasar todo lo que tengo encima. Así que me fui hasta "El Cotillo", la finca que Juan y Agustín Collado poseen en Carboneros, y eché un día de categoría. En el tentadero, y en la tertulia posterior, porque fue de esas donde la gente sabe de lo que habla y se puede hablar con ellos.
La vaca, con mucho fondo, los toros, exigentes. El torero, rozando en muchos momentos la perfección. Yo no sé si Galván, que toma la alternativa el próximo 28 de febrero en Sanlúcar, llegará a ser un torero importante, porque ahí ya juegan su papel muchos factores. Lo que sí tengo claro es que lo tiene todo para serlo. Más aún, para convertirse en una figura de época.
El tiempo y la suerte decidirán. Mientras tanto, un puñado de fotos atestiguan que David Galván es, aún siendo novillero, algo más que un buen torero. Como decía el clásico "pasen y vean..."