martes, 21 de junio de 2016

Un "Nete" en los carteles... treinta años después



     
     Hace unos días la Escuela Taurina de Jaén programó una novillada sin picadores con motivo de las fiestas de la Virgen de la Capilla. Se anunciaban cuatro chavales de esa escuela junto con uno, Cristian Guerrero, que representaba a la de Motril y precisamente era el encargado de abrir cartel. Junto a él, OdeiRuiz de Jimena”, Antonio LuisFernández Ríos”, Gonzalo de Miguel y Joaquín CarrilloEl Nete”. 
      Hacía treinta años, nada menos que treinta años, en septiembre de 1986,  había visto por primera vez anunciado en un cartel el nombre de Joaquín Carrillo El Nete”. Fue en una novillada sin caballos que hubo en Andújar, en la que Joaquín, que no estaba anunciado en los carteles, lidió un eral de Bernardo Fernández Martínez





     Pasó el tiempo, Joaquín debutó con caballos, y aunque mis incipientes crónicas de entonces no cantaron mucho sus triunfos, nunca tuve un reproche ni una mala cara de su parte. Y eso es algo que he aprendido a valorar cuando ha ido pasando el tiempo y he tomado verdadera conciencia de lo que significaba.
     Una vez abandonado el traje de luces hicimos más amistad y compartí muchos saludos en los patios de cuadrillas, porque él, carnicero de profesión, acudía a faenar las canales a casi todas las plazas donde yo iba a hacer mis crónicas. Así, hasta que un día dejé de verlo. Me contaron que estaba en tratamiento de una tremenda enfermedad que no pudo superar. Mediada la veintena, a Joaquín se le acababa una vida que le había dado demasiados bofetones. 






     Perdí el contacto con la familia Carrillo, también con su hermano Antonio, que se anunciaba como  “El Netillo”,  y al que también vi torear por primera vez ese ya lejano 1986 en una becerrada que dieron en Jaén después de San Lucas. Nada supe de él en veinte años hasta que el otro día, en la puerta del patio de cuadrillas una cara conocida se me acercó y me dijo “¿te acuerdas de mí?”.
     Era Antonio Carrillo, “El Netillo”, cuyo hijo mataba el segundo novillo de su carrera y se presentaba esa tarde ante la afición de Jaén. No os voy a contar cómo estuvo, que fue muy bien, porque para estas casos siempre es mejor el testimonio gráfico. El nuevo “Nete”, del que un amigo me dice que tiene aromas de Curro Vázquez, cortó un rabo y puso a la gente en pie, sobre todo cuando toreó al natural a pies juntos, citando de frente con un regusto impropio de quien sólo se ha puesto dos veces el traje de luces. 





     Viéndolo me acordé, y  mucho, de mi amigo Joaquín, de su mala suerte en la vida y de cómo hubiera disfrutado con la faena de su sobrino. Aunque, en cierto modo, él estaba allí, y no sólo en la medalla que con el relieve de su cara lleva su hermano Antonio en el pecho. La verdad es que me emocioné presenciando el abrazo entre padre e hijo cuando el alguacilillo no había hecho más que entregarle los máximos trofeos a quien está dando los primeros pasos de una trayectoria.   







     Así que la tarde no pudo acabar mejor para el debutante, que iba vestido con un traje del mismo tono azul y oro con el que yo vi debutar a su padre en Jaén, va a hacer treinta años el próximo 25 de octubre. Ahora queda un largo camino por delante. Ojalá sea tan bonito como esta familia merece.