Hay que ver qué rápido pasa la vida. Y el caso es que
recuerdo como si fuera ayer lo que hice justo hace treinta años, el viernes 12
de abril de 1985. Había toros en Andújar, aunque todavía no era Romería, ni se
había inventado lo que ahora llaman por aquí el “Pórtico” de la misma. Pero
había toros, y con un aliciente que nunca habíamos vivido, la presencia de las
cámaras de TVE. Sí, aquella televisión entonces única, con sus dos canales, iba
a transmitir por su primera cadena esa corrida de toros, que seguro cosechaba una audiencia millonaria que llevaría el nombre de Andújar hasta el último confín
de España. Así que en la ciudad, que entonces más bien era pueblo, aquello fue
todo un acontecimiento.
Recuerdo ir
por la mañana a los corrales, y ver con admiración cómo pasaba Joaquín Jesús Gordillo, por
entonces comentarista de TVE camino del sorteo. Y tras él, a Fernando Fernández
Román, recién entrado en el equipo taurino de la cadena pública. Tanto, como
que esa de Andújar fue la primera corrida en la que hizo las veces de
comentarista y entrevistador en el callejón, aunque su debut como tal había
sido el día de San José en una novillada televisada desde Játiva.
La vi en
directo, pero dejé alguien encargado de cogerme los datos de los toros para mi
ficha de archivo, porque entonces no había vídeo, y era la primera vez que iba
a tener acceso a los de animales que se lidiaban en mi plaza. El que abrió
plaza fue “Saeto”, al que siguieron “Gavioto”, “Napolillero”, “Capacho”, “Ruidón”
y otro “Napolillero”, todos ellos de Alonso Moreno de la Cova.
Han pasado
treinta años y parece que fue ayer. Quién me iba a decir que muchos años más
tarde el ganadero José Joaquín Moreno de Silva me iba a abrir las puertas de su
casa. Y que Pepe Fuentes, que abrió cartel ese día, acabaría tratándome como a
un amigo cada vez que nos vemos. Y más aún, que un día tendría el honor de
compartir coloquio junto a Joaquín Jesús Gordillo en su Málaga natal, aunque al
final una desgracia familiar me impidió estar ahí.
En fin, que
pasa la vida y hoy, treinta años después, me pondré el DVD de aquella corrida.
No he vuelto a verla desde entonces, así que supongo que me voy a reencontrar con
aquellas sensaciones tan puras de cuando era sólo un chiquillo que quería
escribir de toros y no tenía ni idea de todo lo que había detrás de este
tinglado. Y eso que a mí aún me dio tiempo a saborear los últimos coletazos de los
buenos tiempos…
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