Si todos estos antitaurinos perroflautas supieran todos los misterios, toda la belleza que hay detrás de criar un toro bravo, lo mismo hasta se daban un punto en la boca. No será así, pero debía serlo.
Viene esto a cuento de una de esas historias secretas de campo de las que nadie suele enterarse, pero que engrandecen la labor de los ganaderos buenos. De esos que de sol a sol tienen en la cabeza sus vacas, sus toros y sus sementales, de esos que día sí, día también, comprueban que en la cría del toro dos y dos nunca son cuatro.
Viene esto a cuento de una de esas historias secretas de campo de las que nadie suele enterarse, pero que engrandecen la labor de los ganaderos buenos. De esos que de sol a sol tienen en la cabeza sus vacas, sus toros y sus sementales, de esos que día sí, día también, comprueban que en la cría del toro dos y dos nunca son cuatro.
Hace cinco años largos, un 17 de marzo de 2006 se lidió en Valencia un toro de "Las Ramblas" llamado "Dobladito-42". Hijo del "Castañerito", su reata estaba más que contrastada. Y así salió, bravo como un tejón. Tanto, como que le dieron la vuelta al ruedo después de que César Jiménez le cortara las dos orejas. Se llevó todos los premios de la feria, y su criador, Daniel Martínez, viejo zorro, también se llevó para su finca un puñado de pajuelas extraídas, post-morten, al toro.
Este año se verían los primeros de los pocos hijos que tiene, porque ya se sabe que la vaca brava es muy puñetera para quedarse preñada por inseminación. Y, cosas del destino, el primero de ellos en embarcarse fue "Escaso-45" que, curiosamente, tuvo como destino la plaza de Valencia. Lidiado el 19 de marzo de este año, correspondió a Juan Mora, y el juego que dio fue directamente opuesto al de su progenitor.
Pero, en fin, ya se sabe que hay toros que, por muy extraordinarios que hayan sido, luego no ligan. A lo mejor "Dobladito" era uno. Cosas así pasan.
Sin embargo, Daniel Martínez no se había quedado con todas las pajuelas de "Dobladito", sino que cedió algunas a su gran amigo José Miguel Arroyo, "Joselito", que por eso este año también tenía cuatreños hijos de él. Y, lo que son las cosas, tres de ellos se lidiaron el otro día en Bayona, componiendo la mitad del encierro que ha puesto a todo el mundo de acuerdo en lo que debe ser un toro bravo. Sí, esa tarde en la que "El Juli" estuvo épico y acabó con él, Luque y el mayoral a hombros.
Moraleja: las cosas no son como empiezan, sino como terminan. Y "Dobladito" parece que, al final, va a ser un semental de bandera. A título póstumo, eso sí, lo que no deja de ser una puñeta...
P.S.: La foto de la salida a hombros es de Pierre Charrain.
3 comentarios:
Gracias por esta historia, sería importante los ganaderos facilitaran para cada corrida los progenitores de cada Toro.
Buen relato par mí viene a decir que no se sabe todo lo que es ni es todo lo que se ve, comparto la opinión de Costillares, siempre se debería saber en los carteles la procedencia real del animal que se lidia.
Te lo he dicho muchas veces, soy un pesao, lo se, pero que Crack que es usted!!! Ispector Gagchet del campo bravo!!
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