Precisamente el nº 24 es quien nos sirve para comenzar la
segunda parte de este reportaje en el que desgranamos cómo son los “Ibanes”
para 2016. Por supuesto no todos tienen su envergadura ni la del calcetero nº 65, pero eso no es óbice
para que entre los toros de menos tamaño de la camada también haya auténticos
dijes. El que más, un nº 28, negro, bajo como un zapato, cornillano y con los
pitones hacia delante. Prototipo de lo que era la casa Ibán hace un
par de décadas y que hoy, a causa de su corto trapío, por fuerza tendrá que ir a una
plaza menor. Entre los de menor cuerpo del cercado también estaba un nº 39, negro,
bragado, meano y axiblanco, que sin embargo marcaba el territorio reburdeando
desafiante.
Justo antes que él entró en su día al cajón de herrar uno
muy distinto de hechuras, el nº 38, también negro, anchote de sienes, y de comportamiento mucho
más tranquilo ante el visitante que estaba interrupiendo su
rumiar ese mediodía de pre-invierno. Este ya era de la zona media de camada,
donde hay animales muy armónicos, como un colorado marcado con el nº 35, cuya
perfecta hechura contrastaba con la agresividad en su mirada, mientras mucho
más pacífica era la del nº 51, negro, poco bragado, anchote de sienes y tirando
a un punto veleto.
Ahora,
que si hablamos de agresividad, resultó impactante comprobar de primera mano cómo la relativa calma que
había en el cercado donde estaban los morriles se transformó en tormenta
nada más pasar al cerrado en el que tienen establecido su reino los cuatreños. Hubo tres toros que se apartaron de los demás, y como si saltara una chispa comenzó la tremenda pelea entre otro colorado de la
camada, el nº 56, y un negro chorreado y lombardo que lleva a fuego el nº 4. Se
dieron de lo lindo y, como suele ocurrir en estas trifulcas, no faltó el tercero
en discordia. Era el nº 60, del que ya hablamos en la primera parte, y que puso
paz a base de golpes, disolviendo la contienda, de la que acabó saliendo pies en polvorosa el ojo de perdiz, nada más meter baza. ¿Qué
comportamiento tendrán cuando llegue la hora de combatir en una plaza y no entre
ellos?. Ay, qué misterio tan grande y tan bello es la bravura…
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