Volver, una vez más, a la
finca “La Marquesa”, situada a ambos márgenes de la carretera que lleva de
Linares a Vilches, es hacerlo al hogar de Torreherberos / Torrehandilla, dos
ganaderías que en realidad funcionan como una sola y que de unos años a esta
parte se han convertido en el mascarón de proa del Jaén ganadero, tanto por el
número de corridas que lidian cada año, como por la categoría de las plazas
donde lo hacen.
En estas fechas se cumplen diez años desde
que Joaquín Morales se hiciera criador de bravo, puesto que fue a finales de 2005
cuando compró la ganadería de Teófilo Segura, quien a su vez la había adquirido
a Javier Camuñas, que la formó en base a vacas y sementales de Jandilla, cuando
esta vacada era regida por Fernando Domecq Solís, aún pastaba en tierras gaditanas
y atravesaba el mejor momento de su historia.
A ese hierro, el de la “L”, uno de los más antiguos de
España, que Morales anunció a nombre de Torreherberos, se unió tiempo después
el de “Torrehandilla”, adquirido a los hermanos Domecq Solís y que estaba
formado con una escisión de los Jandilla del siglo XX.
Alberto
Morales, hijo del fundador, ha manejado estas dos líneas a lo largo de la
última década, consiguiendo ver el nombre de su ganadería anunciado en ferias
tan renombradas como Sevilla, Pamplona, Almería o Granada. Ciclos de categoría
esperan también a la camada que en estas fechas comienza a vivir su último
invierno en las tierras rojas de “La Marquesa”, de la que a partir de primavera
saldrán entre cinco y seis corridas de toros.
Cada una está
ya en su cercado correspondiente, aunque este año ha cambiado la distribución
y, por ejemplo, la corrida más seria, la prevista para ser lidiada en plaza de primera, no está en el tradicional cerrado que se destina a los toros más fuertes de la camada, que es el que colinda con el
inicio del corredero, sino que se encuentra en uno, más llano y arbolado,
situado justo a la izquierda del camino de entrada a la finca.
En ese
cerca, acotada por vistosas traviesas de madera, hay apartados nueve toros que ya han sido vistos por los hombres de
campo de José Cutiño. A mí me pareció una corrida muy “cordobesa”, en la que por
cuajo destacan dos cinqueños, ambos negros, marcados con los nº 24 y 34. El
primero atiende por “Cóndor” y es hijo de “Productor-51”, mientras el otro se
llama “Voltereta” y lo engendró el jabonero “Ablegado”.
Este raceador
también es padre de “Espartero-31”, único colorado del encierro, serio y hechurado, cuya colocada arboladura y expresión contrasta con la nobleza que se adivina en el jabonero “Trapero-15”,
reata de otro semental con ese pelo, “Liderado-44”. Los demás toros de esa
corrida son negros y, por ejemplo, un par de ellos hijos de “Cabecillo-156”.
Son “Dependiente-22” y “Abate-33”, que además es listón chorreado y bizco del
pitón izquierdo. Y, entre los bonitos de ese lote, “Hechicero-45”, también
listón y reconocible por tener sólo un crotal, el de la oreja izquierda. A este
toro, muy fino, lo engendró “Mesonero-1”, un animal de perfectas hechuras,
colorado chorreado, al que Leandro tentó de cuatreño y del que esta próxima
temporada se verán sus primeros toros. Otro tacazo, también colorado, fue el
raceador “Nuno-3”, del que viene el castaño “Bullicioso-55”, que por hechuras recuerda muchísimo a “Biznaga”, al que José Carlos Venegas indultó
hace unos años.
Estos toros, y algunos más, conforman la cabecera de una camada con toros preciosos,
con varios dijes que son el grueso de su parte media, que es la que componen
los toros destinados a plaza de segunda. Los mismos que protagonizarán el
próximo post de “Los Caminos del Toro”.
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