Justo hace treinta años a estas horas echaba a
andar una maravillosa idea que un grupo de buenos aficionados de Jaén pusieron
en marcha. Era una corrida concurso de ganaderías de la provincia, una especie
de reivindicación de la importancia que la zona ganadera de Jaén tenía en el
campo bravo español. Secularmente siempre se habló del peso específico de
Sevilla, o del Rincón de Cádiz, y qué decir de Salamanca. Pero Jaén, donde
desde la noche de los tiempos han pastado divisas que estaban presentes en las
mejores ferias de España, poco se hablaba.
Y así se inició el proyecto
que contaba con el auspicio y patrocinio de la Diputación Provincial, que conocía a la perfección el tremendo impacto económico que para una provincia como Jaén suponía -y supone- la ganadería de lidia. Para impulsar la idea
fue clave un nombre, el de Agustín Colodro Ortuño, Diputado Provincial de
Cultura, que fue el encargado de llevar a buen puerto la nave que tripulaban
muchos otros hombres del toro de Jaén.
La fecha escogida para su
celebración fue el miércoles 11 de junio de 1986, festividad de la Virgen de la
Capilla, co-patrona de Jaén capital; y los toreros anunciados, Ruiz Miguel,
José Luis Galloso y Manuel Cruz “Morenito de Jaén”. En cuanto a las ganaderías,
se buscaron nombres capitales en lo que entonces era vanguardia del campo bravo
jiennense y, por orden de antigüedad, saltaron al ruedo toros de Samuel Flores,
Aldeaquemada, Jiménez Pasquau, Hros. de Román Sorando, Araúz de Robles y Hros.
de Jacinto Ortega.
Aquello pareció nacer gafado,
porque el primer toro que se lidió en la Concurso de Jaén, “Romerillo”, de Samuel Flores, que tenía
presencia imponente, causó un accidente mientras se embarcaba en “Los Alarcones”
a resultas del cual perdió la vida Tomás Rosa, mayoral de la ganadería.
El caso es que el festejo se
mantuvo durante unos años, pero la falta de resultados lo abocó a su
desaparición. No digo que toda la culpa sea de ellos, pero quizá los ganaderos
debieron poner mejor cuido en la selección del toro que enviaban, porque no era
lógico que vacadas que todos los años ganaban unos cuantos premios a la postre
echaran el ejemplar de menos juego de la temporada en la concurso.
Pero eso, ahora, es lo que
menos importa. Yo recuerdo la categoría que se le daba a cada uno de esos
festejos, y cómo en el primero ejercieron como jurado nombres de la categoría
de Luis Miguel Dominguín, Manolo Vázquez, Joaquín Jesús Gordillo o Manolo
Molés. Tengo en mis manos ahora mismo el lujoso folleto que se editó, una pieza
de coleccionista que conservo como oro en paño y pienso en cuánto han cambiado
los tiempos.
Mañana, 12 de junio, la
Escuela Taurina de Jaén ha hecho un esfuerzo tremendo para organizar una
jornada completa en derredor de la Tauromaquia, con toreo de salón a cargo de
Curro Díaz por la mañana, a lo que seguirá un encierro infantil y, ya por la
tarde, una clase práctica con las jóvenes promesas. Y lo hacen a riñones, sin
ayuda de nadie, y por supuesto, sin la de institución oficial alguna. La
Diputación ni está ni se la espera, y la Subdelegación del Gobierno no ha
tenido más que la genial idea de autorizar una manifestación anti con su
correspondiente cacerolada a las puertas de la plaza.
Si eso pasa hace treinta años
me imagino al maestro Luis Miguel corriendo a gorrazos a los perroflautas esos en cuya mente hay ideas tan aberrantes como que vale más la vida de un gorila que la de un niño. Y, por supuesto, a las
fuerzas del orden poniendo eso mismo, orden, para que veinte indocumentados no
interfieran en el devenir normal de un espectáculo legal y reglamentado en el que van a estar más de 2.000 personas. Mañana
veremos a quién defienden. Pero claro, esto no es sino un adelanto de lo que
nos puede esperar a partir del 26 de junio por la noche. No es nada nuevo, porque ya lo dijo Ortega y
Gasset hace 80 años “si quieres saber cómo está el país, asómate a una plaza de
toros”. Aunque sea a sus puertas, añado yo. Qué asco.
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