viernes, 10 de junio de 2016

Juan Ortega, de muleta en "Los Monasterios"


     Como escribía en el post anterior, la primera vaca fue de categoría. En bravo, exigiendo que le hicieran las cosas bien, pero muy agradecida cuando así era. De hecho, tuvo un gran fondo, y ya en las últimas tandas de muletazos -y tuvo unos pocos- embestía con más ritmo que al principio, metiendo la cara, buscando por abajo el engaño e impulsándose con los riñones. Lo que siempre se ha llamado entrega. Juan, como perfecto conocedor de la casa, se lo hizo todo medido de principio a fin, y viéndolo pensé que esa vaca es de los animales que dan sitio y confianza. 







     La segunda ya fue otra cosa. Tuvo, como la primera, la virtud de la fijeza, pero ni humilló ni se entregó tanto como la primera. Pedía exactitud en los toques, las alturas y el temple, que Juan le cogió a partir de la tercera tanda, que es justo cuando se puso a torear para él. A partir de ahí la faena no paró de crecer, y aunque tuvo pocas alharacas, en el sentido de que allí hubo toreo fundamental y punto, los presentes disfrutamos viendo cómo la técnica se iba ajustando a la evolución de la vaca durante su lidia.    








     Por supuesto, Juan se hizo completamente con ella, hasta el punto de acabar soltando la espada de ayuda para torear por el pitón derecho sin tener la muleta montada. De esa manera llegaron pasajes con el engaño muy recogido, sin apenas tela para embarcar la embestida, a esas alturas ya entregada a la voluntad del torero. Todo eso hizo que la erala fuera rompiendo poco a poco, lo que permitió que salieran un buen número de "tapias" que no eran tales, sino amigos de Juan de su no muy lejana época universitaria, que gustan de torear en el campo y, algunos, con más redaños que la mar. 









      Lo dicho, un disfrute para los que nos fijamos en esas cosas de las alturas, los toques y la colocación. Fue el calentamiento perfecto para el eral que saldría justo después. Pero eso lo contaremos en el próximo post.

1 comentario:

Antonio Luis Aguilera dijo...

Con la de profesionales taurinos que hay en Jaén en particular y Andalucía en general, ¿cómo puede estar parado un torero con estas cualidades? Resulta increíble. Sinceramente.