Mucho se ha especulado en los últimos tiempos con el
cambio de pelajes, o mejor dicho, la ausencia de variedad de los mismos, en las camadas que
la casa Miura ha ido lidiando a lo largo de los años más recientes. Cuando uno
tiene la suerte de visitar "Zahariche" y atravesar la cancela que conduce al cerrado “del destete”,
que así es como llaman Eduardo y Antonio Miura a la inmensa cerca donde campan
a sus anchas todos los cuatreños de saca, lo primero que le llama la atención,
además de la tremenda seriedad de esos animales, es lo monocromo de sus capas,
ya que prácticamente todos son cárdenos o entrepelados. Y, ya digo, eso ha dado
lugar a muchas, demasiadas especulaciones.
Pero
aún así, aunque pocos, cada año hay un puñado de animales que se acuerdan de
los ancestros y pegan el “salto atrás”, luciendo capas que de siempre han sido “miureñas”. Entre los de este año, por ejemplo, destacaban un colorado con una
arboladura impresionante, y otro, flor de gamón, que abría la cara de forma muy
“pamplonica”. De entre los cárdenos más claros, uno, cinqueño, nº 79, era girón
y cinchado, capa casi idéntica a la de un cuatreño muy serio que aquella mañana
de las fotos parecía que estuviese custodiando el árbol caído. Dentro de esas
capas, un cárdeno berrendo miraba de hombre, amenazando con arrancarse a poco
que nos metiéramos en su territorio.
También entre las madres y las nuevas generaciones
hay bastantes que no son de pelo cárdeno. Por eso, junto a estas líneas podéis
contemplar vacas de vientre, becerras recién destetadas, un eral, un utrero que
ya parece un torazo y los toros que os he ido reseñando. Lo dicho, que aunque
con menor profusión, las diferentes pintas no se han perdido en Miura. Por
cierto, el año pasado había una becerra ensabanada capirota entre las de
tienta, pero a esa no pude cazarla con la cámara.
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