Ayer había toros en Santisteban del Puerto, donde la
empresa Collado Ruiz se jugó la cartera y programó el que, sin duda y cuando
pase la temporada, habrá sido uno de los mejores carteles que hayamos tenido ocasión
de ver en la provincia de Jaén a lo largo de 2016. Y, claro, los tendidos se llenaron
como hacía 30 años, en los tiempos de Espartaco, no se recordaba, hasta el
punto de empezar la corrida con media hora de retraso a causa del gentío que se
amontonaba en las bocanas.
Pero eso ya lo contaré en un próximo post, porque hoy
quería avanzar la actuación de un torerazo de Linares, Curro Díaz, que anda,
sin duda, en su mejor momento. A las extraordinarias formas que siempre ha
tenido, con el paso del tiempo ha llegado esa madurez clave para los toreros
tocados con esa varita, con ese sello mágico del arte. A mí, ayer, me encantó.
Primero con uno de Albarreal que no tenía un céntimo de fuerza, al que pulseó
de una manera maravillosa, manejando las alturas con maestría y con un temple
sólo al alcance de elegidos. Y consiguió no sólo que el toro no se cayera, sino
que le sacó muletazos donde se encajaba y toreaba exclusivamente con la cintura
y las muñecas. Después, con el quinto, de El Cotillo, que fue mucho más
tecloso, tampoco se dejó tocar los engaños, y no cejó hasta hacerse con el
cuatreño, al que cinceló muletazos con mucha verdad. Ah, y con la espada, un
absoluto cañón.
Mejor que decirlo, verlo. Y, para ello, este puñado de
fotografías fedatarias de cómo estuvo Curro en Santisteban. Por cierto, os
recuerdo que abrió la puerta grande de Las Ventas en el inicio de esta
temporada. Eso, no hace mucho, servía para estar en todas las ferias. Ahora,
pues…con cosas como el trato que le están dando a Curro en los despachos, uno
se pregunta si a lo peor no tenemos lo que nos merecemos.
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